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HOTEL*** 50 AÑOS DE HISTORIA

Una vez terminadas las obras de ampliacion y reforma, la Administracion nos ha concedido la categoria de Hotel de Tres Estrellas.


50 AÑOS DE HISTORIA


Cuando en agosto de 1955 a Miguela Borraz, “la Pindorra”, una mujer perteneciente a esa generación de mujeres que la guerra les enseñó a ser fuertes, a tirar de una familia, a decidir por un marido, bien porque la guerra se lo quedó, o bien porque envejecieron antes de hora después de tanta miseria y calamidad, decidió abrir una taberna para vender cuatro vinos y alguna merienda, sin otra intención que ganarse la vida un poco más descansada que yendo al campo, o trapicheando comprando y vendiendo aquí y allá. Seguro que no se imaginaba que con esa decisión marcaba el destino de una parte de sus hijos y sus nietos. 51 años han pasado de aquella primera inauguración, primer paso que fue corto, duró poco, pues enseguida llegó un minero al que hubo que dar posada y más tarde un secretario al que a falta de habitación, Ramón y Consuelo tuvieron que dejarle la suya. Tan sencilla y humilde era la situación que Tomasa “la Sillera” les dejó una mesa para que el recién llegado tuviera al menos donde apoyar papeles y cartera.



Transcurridos unos 6 años, y después de haber transformado los perches en habitaciones, la cuadra en cuarto de baño con du


cha, arreglado las escaleras y pintado las paredes, cuelga flamante el cartel de “Posada Ramón Lecha, vinos y comidas”.


Un pequeño paso más dado. Cuanta ilusión, y a continuar trabajando. Mineros que se quedaban unos meses hasta que encontraban casa para vivir, camioneros que iban y venían, y los primeros turistas que venían porque les habían hablado del pueblo, llegaban casi siempre por motivos médicos, porque necesitaban un sitio de montaña, de clima seco, para curar sus enfermedades, y se quedaban 2 ó 3 meses, terminaban siendo parte de la familia. El turista tal y como lo conocemos hoy en día no existía.


Las cosas iban bien, cada día había más trabajo, se compró una casa vecina, había nuevos planes de ampliación, pero entonces la desgracia se cebó con la familia. Sin que nadie sospechara, sin avisar, sin que estuviera previsto, Ramón, con tan solo 36 años murió, y su familia, su mujer, sus hijos, sus padres, se quedaron sin la ilusión, la fuerza, las ganas que hacen falta para levantarse por las mañanas y continuar en este trabajo, o en cualquier otro.

Pero la vida continua, y pasados 4 ó 5 años más, nos situamos sobre el 72 ó el 73, con la nueva ampliación terminada: más habitaciones, dos cuartos de baño, los dos con bañera, cambiando la cocina de sitio, convirtiendo el antiguo comedor en salita de estar, y la antigua taberna, que luego fue almacén y ahora luce luminosa en un flamante comedor con 8 mesas de formica blanca, con manteles de rafia a cuadros, todo una modernidad para la época, luce en la fachada una escueta F sobre un fondo azul celeste, efe de fonda. Para el pueblo la fonda, para los papeles oficiales “Fonda viuda de Lecha”.


Los nietos crecen, ya son adolescentes, cada día hay más trabajo, la casa se vuelve a quedar pequeña, y comienza a madurar la idea de construir un establecimiento nuevo, pero ¿dónde y cómo? Los años pasan lentos o rápidos según se mire, los adolescentes son ya jóvenes de 20 años, y la decisión está tomada, con el compromiso de todos, abuelos, madre e hijos, se construirá un nuevo establecimiento.


Se inauguró el 4 de febrero de 1984, y constaba de 8 habitaciones con baño más 12 sin baño, con 3 baños en el pasillo, y un comedor con capacidad para 100 personas.

Esta vez si que fue un lujo para la familia y para el pueblo, y esta vez si que tenía nombre. Al lado izquierdo de la puerta acristalada, que daba la entrada al establecimiento, se colgó un magnífico cuadro en cerámica de Teruel con el castillo dibujado y el nombre del establecimiento escrito: HOSTAL CASTELLOTE, y al lado la placa azul celeste, que ya era otra cosa, con una Hs de hostal, y una estrella plateada.


Cuanta ilusión, cuantas esperanzas de futuro puestas. Pero el trabajo se demuestra día a día. El proyecto estaba construido, pero había que sacarlo adelante, así que a continuar trabajando.


Los tiempos cambian, y con ellos el tipo de clientela. En 1988 cierran los desmontes, y 2 años más tarde la mina. La forma de vida de Castellote desaparece, ¿qué vamos a hacer? Pues que vamos a hacer, continuar trabajando, agudizar el ingenio, sobre todo en la cocina. Y así es como se em


piezan a correr las voces: pues en Castellote hay un sitio donde se come muy bien, y empieza a llegar gente de los pueblos de al lado, o de lugares más lejanos a comer en el hostal y a pasar el día por Castellote, y luego los primeros turistas conquistados por el estómago, gentes que cenan y duermen en el hostal, y luego pasan el día por nuestra comarca y les gusta, y luego envían a amigos, conocidos, compañeros de trabajo, les cuentan: en Teruel hay un pueblo que se llama Castellote y que tiene un hostal…


Muchos años han pasado, 22 y medio, y del viejo hostal solo queda la antigua fachada (con los días contados), años de continuos cambios, de adaptación a los nuevos tiempos, a las medidas sanitarias, tecnológicas, de seguridad, a los gustos del cliente, a su comodidad y bienestar.


Por todo esto y por cumplir un montón de requisitos y exigencias, la administración decidió el día 20 de agosto, concedernos la categoría de hotel de 3 estrellas.

Esta vez en la fachada no va a haber cambio de nombre, simplemente retiraremos la antigua placa azul celeste con la vieja Hs de hostal, y colgaremos orgullosos la nueva placa con la H de hotel y sus 3 estrellas doradas y relucientes.


Algunos pensareis que no es para tanto, que hoteles de 3 estrellas hay muchos, pues si, pero este es nuestro, y lleva el nombre de nuestro pueblo, y ayuda a que a Castellote lo conozca gente, y así, aportando nuestro granico de arena, ayudamos a que nuestro pueblo tire hacia delante, a que sobreviva en este mundo cada día más pequeño.


Hoy no quiero ser modesta, estoy muy contenta y muy orgullosa de mi “hotel”, que al fin y al cabo, es el resultado de todos los que han estado y estamos trabajando en él y a las inquietudes de sus propietarios, superarse día a día y que su negocio esté siempre actualizado y presente entre los mejores de la provincia. También os doy las gracias a todos los que habéis confiado en nuestro establecimiento para celebrar vuestros acontecimientos, o simplemente pasar un rato agradable delante de un buen plato, con la compañía que hayáis elegido, porque así también formamos parte de vuestra historia.


¿Y a partir de ahora qué? Pues seguir trabajando hasta no sé cuando, el futuro lo dirá.

Mientras tanto siempre a vuestro servicio el Hostal Castellote, “hotel de 3 estrellas”


Mª Carmen Edo Aguilar

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